La verdad, no ha sido nada planeado, otras veces tienes algo en mente y vas buscando los materiales adecuados hasta que das con ellos.
Esta vez, en un día de río vi la madera y me gustó. Estuvimos jugando a hacer un pequeño jardín allí y cuando no fuimos no me la llevé.
Otro día volvimos al mismo sitio a pasar el día y el pequeño jardín que hicimos seguía intacto.
Ese día cogí la madera, la miré, y zas...me vino a la cabeza que podría hacer con ella una lámpara de mesa.